2 de diciembre de 2012

Entrevista a Andrés Rábago, El Roto

“Los poderes lo pueden todo… si nosotros se lo permitimos"

El último Premio Nacional de Ilustración acaba de publicar 'Camarón que se duerme (se lo lleva la corriente de opinión)', una crítica aguda al papel actual de los 'mass media', mientras prepara dos libros sobre Sanidad y Educación.

Desde sus inicios en 1968 en las míticas revistas Hermano Lobo y La Codorniz hasta sus actuales viñetas en El País, el aguijón certero de Andrés Rábago, El Roto (Madrid, 1947), se ha convertido en un imprescindible de las mañanas. Su reflexión aguda sobre la condición humana inmersa en un mundo en permanente conflicto le ha hecho merecedor del Premio Nacional de Ilustración 2012. Tras el incontestable Viñetas para una crisis (Mondadori), acaba de publicar Camarón que se duerme (se lo lleva la corriente de opinión), una selección de trabajos en relación al denostado papel actual de los medios de comunicación. Mientras, prepara dos nuevos volúmenes, sobre Sanidad y Educación, "lo que más preocupa ahora a la gente", afirma.

Sus dibujos plasman, ahora más que nunca, una realidad poco alentadora. ¿Paren el mundo que yo me bajo?
Yo creo que al contrario. Lo que mis viñetas pretenden mostrar no es tanto una postura desesperada, sino una indicación de los errores cometidos y, por lo tanto, la posibilidad de enmendarlos. Es verdad que la sátira tiene unas funciones muy determinadas y no se puede esperar que haga elogios. Por eso trato de dar cuenta de los problemas que hay y, en ocasiones, apunto a vías de salida.

'Viñetas para una crisis'. / El Roto
¿Qué es la sátira social?
Una tradición muy antigua que viene del momento en el que el hombre se dio cuenta de que podía expresar su disconformidad con lo que veía y reflejarlo a través de una imagen.
Como en la fábula del Rey desnudo.
Quizá la sátira lo que dibuja no es un retrato oficial sino que mira debajo de los ropajes. Aunque el cuento narra que el Rey iba desnudo por fuera, creo que el poder va revestido pero debajo está desnudo. Entonces mirar por debajo de los ropajes es la labor de la sátira.
¿Y a quién hay que desenmascarar hoy?
El poder siempre es una forma de máscara. Partiendo de que todos somos iguales, todo aquello que nos sitúe en una posición de superioridad frente al otro es una máscara.
¿Por ejemplo?
Hay mucho enmascarado. También en el lado de los que pretendidamente son solidarios y críticos.
No personaliza, como en sus viñetas.
No me interesan tanto los individuos concretos como aquello que representan. Como personas, las respeto. Pero en sus funciones, no.
 
Sin embargo, como arquetipos no duda en señalar, sin prejuicios, a los culpables.
La palabra culpabilidad es un término jurídico. Yo prefiero hablar de posibles errores. Es verdad que en muchos casos hay una voluntad de hacer daño, pero incluso esa voluntad en sí misma es un error. La culpabilidad conlleva un juicio que personalmente no soy capaz de hacer. Señalo los errores, pero no las culpas.
¿Y se atreve con todo?
Aquello que veo es lo que señalo.
¿Sin censuras?
Ese terreno ya es una conquista de largo recorrido. Cuando llevas tanto tiempo en esto, los que te contratan saben a lo que se exponen, aunque tampoco es que se expongan a mucho... Saben lo que haces.
¿Y autocensura?
Lo que hay es digamos una posición respetuosa. Procuro ser respetuoso, pero no silencioso.
¿Un indignado?
No me considero indignado. Pienso que la indignación surge cuando no comprendes la naturaleza de los hombres y, de alguna manera, yo creo hacerlo. Quizá la indignación parte de cierta sorpresa frente a los hechos: cómo puede ser qué…
¿Y usted no se lo pregunta?
Cuando sabes que todo puede ser, ves las cosas desde otro ángulo.
 
En su libro Viñetas para una crisis dice que "todos hemos participado del monstruo que nos devora".
Lo que está claro es que somos corresponsables de la realidad en la que vivimos. En mayor medida cuanto mayor es el poder, lógicamente. Pero todos hemos ido creando al monstruo.
¿Conscientemente?
Quizá no. Es algo que ha ido surgiendo en nosotros, se ha ido formando y nos está devorando.
¿Perdimos la cordura, entonces?
Creo que hay una locura colectiva. Una voluntaria en parte, pero también una involuntaria.
¿La recuperaremos?
Nos lo impide nuestra propia ceguera. Y ese desvelamiento necesario es tarea de cada uno de nosotros. El esfuerzo personal creo que debe estar en la dirección de recuperar la visión.
¿Y cómo cree que saldremos de esta situación?
De la misma manera que es impredecible lo que ocurre, también es impredecible la salida. Pienso que hay una ilusión frente al hecho de que creemos que podemos controlar lo que ocurre. Y no es así. Las catástrofes son impredecibles, de repente se nos presentan. Se puede atisbar que vamos mal, pero no sabemos cómo va a concluir: si se va a diluir, o vamos a poder modificarlo, o habrá un crack y nos caeremos todos. De la misma manera, la salida puede ser igual de imprevista.

'Viñetas para una crisis'. / El Roto
 
Pero hay unos dirigentes que toman medidas. ¿Son las adecuadas?
Yo creo que no. Se sigue profundizando en los errores. No veo que se estén modificando. Aunque, por otra parte, sí que creo que la situación que vivimos puede ayudarnos a modificar conductas, a crear condiciones más favorables. Puede haber un efecto beneficioso en las crisis. En las enfermedades, cuando se producen las crisis, es cuando el enfermo empieza a sanar.
¿Se refiere a la conciencia ciudadana?
A la conciencia y a los hábitos de vida, que están profundamente enfermos.
¿No le parece que existe ya una batalla entre los poderes que dirigen todo y la ciudadanía que se ve indefensa y se rebela?
Es así y no es así. Los poderes lo pueden todo… si nosotros se lo permitimos. Y esa dejación de nuestra responsabilidad es lo que les facilita su poder.

Si no asumimos esa responsabilidad ¿seguiremos los pasos de Grecia?
Creo que estamos intentando comprender las cosas desde los lenguajes y mecanismos que las han producido. Y la comprensión y la salida no van a estar ahí. El territorio en el que nos han metido es el territorio de lo cuantitativo, en el que todos hemos entrado. Si mantenemos el discurso de lo cuantitativo, si no salimos de él y no derivamos hacia un lenguaje distinto, inevitablemente vamos a encontrarnos en el mismo lugar al que nos han llevado. Creo que lo que tendríamos que hacer es introducir el elemento cualitativo en nuestros lenguajes y dejar de lado el cuantitativo. Vivimos en un mundo numérico y yo no quiero vivir en un mundo numérico. Quiero vivir en un mundo de experiencia y emociones que no tienen que ver con lo cuantitativo.
¿Pero lo cuantitativo no influye directamente en la calidad de vida de las personas?
Influye básicamente en el lenguaje y en la formulación de nuestras respuestas. El lenguaje que estamos utilizando nos lleva inevitablemente a su trampa, a sus escalas de valores, a su dominio. Creo que es obligado salir de su trampa. Su dominio deja de serlo si nosotros no entramos en él.
¿Y qué hacemos con el desempleo, la decadencia de lo público…? ¿Eso no forma parte de lo numérico?
Efectivamente. Pero yo no tengo respuestas a la crisis. Trato de tenerlas para la persona, pero no para la crisis a la que nos han llevado... No soy un técnico que sepa cómo se pueden arreglar las cosas dentro del esquema que ellos tienen planteado, porque mi posición es que no debemos entrar en ese esquema. Es verdad que están ahí los problemas, pero entiendo que la salida no se va a producir a través de los mecanismos creados, sino a través de otros mecanismos que se irán formando a partir de desarrollo de la conciencia del hombre. La sátira indica caminos de salida personal, no tiene respuestas para los problemas creados. Puede indicar de dónde proceden y ese conocimiento nos puede ayudar a encontrar las soluciones, pero no hay respuestas fáciles.

Al rescate se le llama "préstamo en condiciones muy favorables"; a la bajada de sueldos, "devaluación competitiva de los salarios"… ¿Esta nueva moda del eufemismo forma parte de esos lenguajes del poder a los que se refiere?
Tenemos que recuperar muchas cosas y, por supuesto, el lenguaje, que también ha sido infectado. El mundo del hombre es un mundo de símbolos y los símbolos más importantes son las palabras. Cuando las palabras están enfermas, todo su mundo enferma. La recuperación del sentido de las palabras es uno de los primeros pasos que hay que dar. Tendremos que ver cómo lo logramos, pero lo que es cierto es que no podemos aceptar esa manipulación del lenguaje. Eso es inaceptable. Y hay una responsabilidad de aquellos que lo hacen, que son muchos.

 

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