23 de diciembre de 2012

Nace el comedor social en Málaga, contra la exclusión y la precariedad

El proyecto pretende luchar contra la exclusión social y la precariedad
Una antigua oficina bancaria transformada en comedor social en Málaga
Habitantes del barrio popular de La Palmilla gestionan el centro con el apoyo de miembros de colectivos afines al 15M.
 
El miércoles 12 de diciembre se inauguraba en el deprimido barrio de La Palmilla de Málaga “Er Banco Güeno”, un espacio vecinal autogestionado, social, solidario e inclusivo, como lo definen sus promotores. Este comedor social ocupa una sucursal abandonada desde hace más de 7 años de Unicaja, cuya fundación posee el inmueble.

Caridad no, gracias

El objetivo de este proyecto, además de paliar el hambre en un entorno con las mayores tasas de pobreza -la tasa de desempleo entre los habitantes del distrito Palma-Palmilla es superior al 65%, y alcanza el 80% entre los jóvenes- y de drogodependencia de Málaga, es empoderar a la comunidad.

Los integrantes de Er Banco Güeno dejan bien claro que no buscan ser asistencialistas sino combatir la precariedad y la exclusión social horizontalmente y construir alternativas al capitalismo. Está abierto a otros proyectos como una oficina de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o futuras actividades autogestionadas por los propios vecinos de la barriada. Se gestiona el proyecto mediante asambleas semanales. Se han creado tres grupos de trabajo: uno que gestione el comedor social, otro de comunicación y mediación que trate con la prensa, redes sociales, vecinos y asuntos logísticos y un tercero de proyectos y actividades comunitarias para dar cabida en el espacio a otros actos autoorganizados.

Cada día se ofrece almuerzo hasta unas 100 personas que se acercan al lugar, aunque en un futuro esperan poder servir también desayunos y cenas. El local dispone en este momento de dos frigoríficos, microondas, gas butano, hornillo, mesas, sillas y un almacén con más de una tonelada de comida. La iniciativa ha recibido un gran apoyo de los vecinos, con más de mil firmas de apoyo. El estado de conservación del edificio es bueno, con un cajero automático que recuerda a la antigua función del espacio.

La comida proviene principalmente de particulares que se organizan para recoger alimentos que están a punto de caducar y no se pueden poner en venta pero que son válidos y normalmente no van a los bancos de alimentos. Uno de los que encargan hacer llegar estos alimentos es Jesús Chule, presidente de la Asociación por la Integración de la Comunidad Gitana Palma-Palmilla, quien desde hace años lucha contra la marginalidad del barrio con proyectos como “La Casa de la Buena Vida”, un centro de reposo y recuperación para drogodependientes. Una de esas personas, que además colabora diariamente como cocinero en el comedor social, es Joaquín, de 36 años, que llegó desde Coria del Río (Sevilla) tras pasar 7 años en prisión por delitos contra la salud pública y robo debido a su consumo de múltiples estupefacientes.

"La concejala no quiere admitir que La Palmilla tiene hambre", dice un miembro del comedor

Sin noticias de la caja

Unicaja de momento no se ha pronunciado sobre el inmueble ubicado en la Calle Francisco Carter. DIAGONAL tampoco ha conseguido una declaración de la Junta de Distrito Palma-Palmilla. Según un integrante del comedor “la concejala no quiere admitir que La Palmilla tiene hambre y que ni ella ni el director de Asuntos Sociales están preparados para luchar contra los problemas sociales del distrito, se limitan a hacer actos de cara a la galería que no palían la pobreza”. Una mujer de 70 años acude a comer ya que sólo recibe una ayuda de 350 € mensuales por enfermedad con la que tienen que vivir ella y sus 4 hijos en paro y Asuntos Sociales sólo le da derecho a una ayuda bianual de 400 € para alimentos.
En este barrio las compraventas de casa se apalabran, sin notario, acumulando grandes deudas (en muchos casos pertenecientes a los inquilinos anteriores) con la Empresa Municipal Aguas de Málaga (Emasa). Un vecino compró su casa hace 5 años pero acumula una deuda de 76.000 € y pide a Emasa “que tengan sensibilidad, compresión y conozcan el estado de cada familia y adecuar la deuda a cada familia, ya que muchos quieren pagar esa deuda pero no pueden”.

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