2 de marzo de 2013

Leña, mantas y fiambres en las puertas del Sexpe

 
 
Imágenes de la acampada esta mañana.|BRÍGIDO

Llega una furgoneta blanca junto al Sexpe de Nueva Ciudad, en Mérida. Bajan un hombre y una chica. Empiezan a descargar madera. A pocos metros está un coche de Cáritas. A los dos vehículos les mueve el mismo objetivo. Cada uno a su manera vienen a echar una mano a la veintena de personas que, desde el miércoles por la noche, duermen en la calle, en modestas tiendas de campaña. Se llama el Campamento Dignidad, una manifestación de indignación ciudadana que se mueve por un ideario bastante definido: contra la corrupción y los desahucios y en favor de la renta básica y del empleo público para aliviar las deplorables condiciones de vida que viven decenas de personas. En Mérida, por ejemplo, a cerca de 660 familias de viviendas sociales se les ha cortado ya el agua por impagos a la Junta. "Si no tenemos ni para comer como vamos a tener para pagar la luz o el agua", resume Ana Naranjo, de 54 años, separada. Vive en El Prado, con un hijo de 24 años y un hermano de 41. Desde el miércoles, Ana, que viste un riguroso traje negro, dice que no se irá del campamento hasta que "lleguen los sobres" para aliviar la situación de sus familias. Lo de los sobres, claro, lo dice, en referencia a Luis Bárcenas, extesorero y exsenador del PP. "Hasta que no aprueben la renta básica no nos movemos", añade Toñi Martín, de 29 años y con cuatro hijos. Ni ella ni su marido tienen empleo y en dos ocasiones han podido frenar la orden de desalojo de su vivienda social que está dictada. 

Los niños no se quedan a dormir en la calle pero por la mañana están allí. Irache, por ejemplo, tiene 17 meses y está junto a su madre Lorena, de 22 años. La niña tiene hambre y su madre decide amamantarla debajo de la tienda más grande que aparece como improvisada 'oficina' de la acampada. Allí recogen firmas de la ciudadanía a favor de sus peticiones. Allí comen los alimentos que la gente y algunas ONGs les traen. Allí se sientan y se calientan junto a un bidón que algún alma caritativa anónima les trajo, junto a madera, el sábado por la noche, justo cuando ha empezado a arreciar el frío. "La gente se está portando fenomenal. Les pediría, si pueden, que traigan más alimentos. No solo para los que estamos aquí sino para las familias que no tienen nada que comer y que están en sus pisos", señala Ana Naranjo. Fiambre, embutido, pastas, conservas, leche, galletas…la despensa de la acampada se concentra en una tienda justo enfrente de las escaleras del Sexpe. Un poco más apartada está la tienda que sirve de intendencia, básicamente para albergar mantas. Las personas que acampan se quedan a dormir en otras diez tiendas. Se intentan aislar del frío con cartones, sacos de dormir, colchones pequeños, mantas y abrigos. "Nuestra vocación es la de la permanencia. Estamos aquí para quedarnos", agrega Jonathan Moriche, un dombenitense que trabajaba hasta hace unos meses en una empresa de diseño gráfico. Ahora, como todos los que viven aquí, están en paro. Moriche explica que el Campamento Dignidad ya ha recibido apoyos desde Nueva York, Bruselas o Barcelona. Gente del movimiento 15-M de Madrid se han acercado a Mérida y el jueves son ellos los que van a la capital de España. a la librería Traficantes de Sueños, para dar a conocer su reivindicación. "Cansa que estemos aquí, claro, pero eso no es nada en comparación con la miseria que está viviendo mucha gente que ve como otros en esta sociedad se están forrando de forma obscena. Lo de la renta básica es casi nada, pero sería un alivio. Y todavía algunos están jugando con eso y nos quieren regatear la cantidad", concluye Marisa Prudencio.

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